Vivimos en una sociedad donde los cambios les generan miedo y no se atreven a cambiar su vida para ser felices. Muchas veces creemos que juzgar nos aleja de eso que tanto criticamos, pero a veces es todo lo contrario.
En todo cambio hay precios que tenemos que pagar, precios emocionales. Porque todo cambio lleva consigo una mochila de responsabilidades, que si no sabemos como tomarlas llegan las criticas y las acusaciones.
Desde hace casi un año que mi vida y la de mi familia cambio, porque Dios así lo dispuso y ese gran cambio genero en todos un cambio en la vida de cada uno. Cada uno hace lo que puede, a su manera, en su momento y en su propia vida, porque al final, es la vida de cada uno y nadie tiene derecho a vivirla por uno. Talves algunas decisiones que tomemos no sean correctas, pero quizá sean necesarias para aprender de nuestros errores que con el tiempo se convertirán en lecciones.
La gente se cree con derecho a opinar sobre las decisiones de otros, pero no se han parado a pensar en lo que ellos de verdad necesitan cambiar. Y "el que dirán" nos frena a cambiar nuestras vidas porque nos da miedo enfrentarnos a cosas nuevas y preferimos ser espectadores del cambio en otros que en nosotros mismos. Pero solamente los que se atreven a cambiar a pesar del fracaso son los que alcanzan cosas grandes en la vida.
Y como dice el proverbio chino: "en general, los hombres juzgan mas por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven"
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